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Aznalcollar: 10 años después

Aznalcollar: 10 años después

Lodos tóxicos para llenar más de 4.000 campos de fútbol

El 25 de abril de 1998 se rompía la balsa de residuos de la mina de Aznalcóllar (Sevilla) y provocaba uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de España.

Los datos del CSIC indican que, para la limpieza de los 63 kilómetros del cauce del Guadiamar afectados, se movilizaron 860 personas y se utilizaron 500 camiones de limpieza que, durante 208 días recorrieron casi 17 millones de kilómetros, se realizaron más de 15.000 análisis científicos y aparecieron 37,4 toneladas de peces muertos.

A las 3.30 de la madrugada un vecino anónimo informó a la policía que “había oído un fuerte ruido en la zona del río Guadiamar”. Lo había provocado la rotura del muro de contención de la balsa de almacenamiento de residuos de la mina de Aznalcóllar, que explotaba la empresa sueco canadiense Boliden Apirsa.

El caso sigue en los tribunales

La Junta de Andalucía aún reclama 90 millones de euros a la empresa Boliden por el coste de la limpieza de los lodos tóxicos. El proceso continúa en los juzgados ya que, en un primer momento, no se encontró ningún delito penal y los juzgados de la vía civil y administrativa se han declarado no competentes. Actualmente el caso se encuentra en el Tribunal Supremo, a la espera de que decida si se debe actuar por la vía civil o la administrativa.

Tres especies de animales han sido estudiadas como indicadores del estado de la vida salvaje en la zona tras el vertido: el cangrejo rojo americano, cuya abundancia se vio gravemente afectada por el impacto inicial y se recogieron 170 kilos de especímenes muertos, la cigüeña blanca y la nutria americana, que también se ha empleado como indicador en otros desastres, como el del Exxon Valdez por su carácter de depredador. En el caso de la cigüeña, el registro histórico de sus poblaciones desde 1973 facilitó su estudio como indicador de la calidad ambiental. Los niveles de metales pesados en el organismo de los animales va disminuyendo progresivamente, aunque la estabilización de algunos elementos, como el cadmio, podría señalar una fuente de contaminación diferente al vertido.

Para la restauración del Guadiamar se intensificó la colaboración de la administración y la comunidad científica. De ese trabajo nació el ‘Corredor verde del Guadiamar’ y se emprendió un importante programa de investigación para regenerar la zona. Diez años después, y con una inversión de unos 200 millones, los rastros del desastre ya casi no son apreciables y los peces y las aves han vuelto a recolonizar la zona, aunque aún no presenta la misma diversidad de especies que antes del vertido.

Os paso el link al especial que ha realizado El País

Fuentes: El País y CSIC/ Junta de Andalucía - 2008-04-25 //

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