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España ha tardado una década en reaccionar a las exigencias del acuerdo mundial sobre el clima

REPORTAJE: La lucha contra el cambio climático

ALICIA RIVERA - Madrid - 21/07/2007

España resulta prácticamente imbatible en la cabecera de una lista -no de honor precisamente- de países que más se alejan, por sus emisiones de gases de efecto invernadero, de los compromisos adquiridos en el Protocolo de Kioto, aprobado hace una década. ¿Por qué? ¿Qué no se ha hecho para alcanzar ese puesto en cabeza? Cabe responder con el dicho: de aquellos polvos, estos lodos.

El Gobierno aceptó limitar el aumento de las emisiones de efecto invernadero al 15% respecto a 1990, pero ese exceso ronda ahora el 50%

La Estrategia Nacional del Clima llega a sólo seis meses de que empiece a contar el plazo para examinar el cumplimiento del protocolo

España, como los otros 14 países de la UE entonces, se comprometió en Kioto, en 1997, a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero de manera que, tomando como base el nivel de 1990, sus emisiones fueran un 8% inferiores a la media de 2008-2012. El acuerdo interno de la UE, atendiendo a las diferencias de los países, dejó la cosa en que España puede aumentar hasta un 15% sus emisiones (a cambio otros, como Alemania o Reino Unido, recortan las suyas considerablemente más del 8%).

Algunos se pusieron casi inmediatamente a la tarea, antes de que el Protocolo de Kioto entrara en vigor, con planes energéticos, tecnologías, medidas fiscales, etcétera. En el otro extremo, entre los que no hacían nada, se situó España, mientras su crecimiento económico era notable. Los especialistas alertaron de un síntoma preocupante: el aumento de las emisiones era superior a la tasa de crecimiento económico. Es decir, empeoraba la eficiencia energética.

En 1997 estaba ya el PP en el Gobierno e Isabel Tocino, como ministra de Medio Ambiente, hizo proclamas encendidas en Kioto a favor de la lucha contra el cambio climático. Pero las declaraciones no se plasmaron en medidas y políticas eficaces en casa, según alertaron los especialistas.El problema actual se fragua en esos años en los que parecía que el Protocolo de Kioto no era para cumplirlo, y los sectores económicos, en su mayoría, estuvieron muy cómodos con esta postura de "no hace falta hacer nada".

En la época de Jaume Matas a cargo de Medio Ambiente, España empezó a llamar la atención en el ámbito internacional y creó una Oficina de Cambio Climático, pero a la hora de la verdad -medida en términos de políticas para controlar las emisiones- cabría resumir que fue un poquito de ruido y casi ninguna nuez. Y la posición de España en la lista de los más alejados de Kioto se fue consolidando con un crecimiento constante de sus emisiones (en 2005 se alcanzó el máximo: 52,16% de aumento).

Otros países de la UE lo vieron de otra manera. No todos van a cumplir fácilmente sus objetivos, pero no se alejan tanto como España, como año tras año señala la Agencia Europea de Medio Ambiente.

Si los gobiernos de PP perdieron ocho años clave, el PSOE en la oposición no destacó por poner mucho empeño en poner este asunto en el primer plano. Cuando el Parlamento ratificó el Protocolo de Kioto, en 2002, no se insistió desde la oposición en una pregunta obvia: "¿Y cómo vamos a cumplir este acuerdo?". Sin embargo, las ONG no han dejado de alertar, denunciar, y protestar ante el problema del cambio climático y la parálisis de los políticos españoles al respecto.

Obligados a cumplir

Al llegar Rodríguez Zapatero al poder el problema se había ya desbordado y una de las primeras cosas que dijo fue que España iba a cumplir el Protocolo de Kioto. Tampoco queda más remedio, puesto que lo ha ratificado y además, la UE pone obligaciones, pero fue una declaración bienvenida por los defensores del acuerdo.

En ese momento acuciaba ya la necesidad de tomar medidas y desde entonces todo ha tenido que ir con prisas. No han faltado serias desavenencias entre los ministerios implicados, pero aún así, el año pasado las emisiones españolas descendieron: del 52% en 2005 al 48% en 2006.

En comparación con los ocho años anteriores, el Gobierno de Zapatero ha actuado. ¿Ha hecho todo lo necesario? ¿A tiempo? Es sintomático el hecho de que se apruebe ahora la Estrategia Nacional del Clima, en el último año de la legislatura y a sólo seis meses de que se ponga en marcha el contador de Kioto.

Desde ámbitos políticos y empresariales se oye a menudo la queja de que España negoció mal Kioto, que el 15% de aumento de las emisiones respecto a 1990 es insuficiente. Si las emisiones hubieran aumentado unos pocos puntos por encima de ese 15%, el argumento tendría más peso. Pero cuando se roza el 50% de exceso, el problema es que algo muy serio ha fallado durante demasiado tiempo.

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