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EE UU aprueba una ley radical a favor de las energías limpias

El Congreso impulsa la generación solar y eólica en detrimento de los intereses petroleros  BÁRBARA CELIS - Nueva York - 06/08/2007

"Éste es un momento histórico en el que en Estados Unidos rompemos con un pasado de carburantes de origen fósil y pasamos a una era de energías renovables, solar y eólica". Con esta declaración optimista lanzada por el congresista demócrata Edward J. Markey, presidente del Comité de Independencia energética y calentamiento global del Congreso estadounidense, se celebraba el pasado sábado en el Capitolio la aprobación de dos proyectos ambiciosos dirigidos a promover el uso de energías renovables a expensas de los intereses petroleros.

Entre las medidas aprobadas in extremis, en una sesión especial antes del inicio de las vacaciones, destaca no sólo el fuerte impulso que se le quiere dar a la energía solar y eólica en un país que consume el 45% del petróleo mundial, sino la eliminación de los 16.000 millones de dólares (11.600 millones de euros) en exenciones fiscales de las que disfrutaría la industria petrolera en la próxima década de no variar las leyes actuales.

Aprobado con 241 votos a favor y 172 en contra, el primero de los proyectos de ley obligará a las empresas energéticas a abastecer al 15% de las viviendas de todo el país con fuentes renovables. Además, el texto exige mayor eficiencia energética en la construcción, los electrodomésticos y los sistemas de distribución eléctricos, con lo que se espera disminuir las emisiones de dióxido de carbono. También busca promover la producción del etanol a través de créditos, desgravaciones fiscales y ayudas directas y ofrece incentivos para la fabricación de vehículos que utilicen etanol y para la instalación de bombas de distribución de ese carburante en las gasolineras.

El segundo paquete de medidas, aprobado con 221 votos a favor y 189 en contra, es sin embargo el que tiene el futuro más negro, puesto que grava en el bolsillo de la industria petrolera, una de las más poderosas de Estados Unidos. El Congreso quiere reducir en 16.000 millones de dólares las exenciones fiscales de las que disfrutaría el sector pretrolífero en los próximos 10 años si no se interviene.

Amenaza de veto

Pero la Administración de Bush ya ha advertido que podría vetar su aprobación definitiva cuando el texto del Congreso se una al que ya aprobó en junio el Senado y sólo quede poner la firma presidencial tras las vacaciones de verano. "Esta ley reducirá la producción de gas y petróleo, encarecerá la energía y subirá los impuestos", dijo la Casa Blanca en una carta enviada el viernes a la Cámara de Representantes en la que se afirmaba que los asesores de Bush recomendarían el veto.

Pese al gran avance que supondría esta ley para un país que se negó a firmar el Protocolo de Kioto, con el que la comunidad internacional se comprometió a tomar medidas para reducir las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero, los textos aprobados no incluyen medidas que obliguen a la industria automovilística a fabricar coches que consuman menos. Los propios demócratas se opusieron a incluir esas medidas, por lo que las reglas de eficiencia de los vehículos se quedan como están.

No obstante, los grupos ecologistas estadounidenses, encabezados por el Sierra Club, el mayor de todos ellos, aplaudieron la medida y la definieron como "una gran victoria para las energías limpias".

Desde las filas demócratas, la aprobación del texto también constituye una victoria, ya que desde que obtuvieron la mayoría en el Congreso en las pasadas elecciones habían tenido como prioridad cambiar la normativa para impulsar las energías renovables. "Este proyecto de ley es esencial para desarrollar energías renovables en Estados Unidos. Estamos dirigiéndonos hacia el futuro" declaró Nancy Pelosi, la portavoz de la mayoría demócrata y una de las principales impulsoras del proyecto.

Sin embargo, desde las filas republicanas se intentó acusar a los demócratas de intentar atentar contra la industria petrolera. "Nos dejan a merced de los productores extranjeros, impredecibles e inestables" clamó el congresista Wally Herger.

"Cualquiera que diga que estamos destruyendo la industria petrolera simplemente no está enfrentándose a los hechos", replicó el demócrata Jim McDermott, que subrayó que las empresas de ese sector han tenido "beneficios obscenos" desde que, tras la invasión de Irak, el precio del petróleo se ha disparado hasta los 80 dólares por barril. "Nuestra adicción al petróleo es lo que hace que nuestros soldados combatan y mueran en Irak" dijo.

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