Un mapa magnético mundial
El primer banco de datos de toda la corteza da pistas sobre fallas y minas
Las rocas de la corteza terrestre están más o menos imantadas y en direcciones diferentes. Su magnetismo refleja su propia historia, lo que no es poco, pero su estudio, desde el aire y el mar, también ha permitido, en el último siglo, conocer mejor las zonas activas terrestres y descifrar interesantísimos secretos comerciales, como dónde se acumulan los minerales y el petróleo. La compilación de los datos obtenidos en los últimos 50 años por los distintos países se ha traducido en el primer Mapa Digital Mundial de Anomalías Magnéticas, un gran esfuerzo que sus promotores esperan que impulse y popularice la geofísica y sus aplicaciones.
Las rayas en el Atlántico cuentan la historia de la dorsal submarina
Con el estudio del geomagnetismo se ha establecido sin discusión, por ejemplo, la tectónica de placas, el movimiento de los continentes a lo largo de la historia de la Tierra. En el mapa actual se ven unas llamativas rayas a ambos lados de la dorsal oceánica en el fondo del Atlántico. Estas rayas relatan la historia de la salida de material del manto terrestre por la dorsal para formar nueva corteza. "Indican que su apertura ha sido progresiva y simétrica, ya que al ir saliendo los metales se han ido imanando por el campo externo o el calor", explica la geofísica Isabel Socías, del Instituto Geográfico Nacional (IGN).
Las anomalías magnéticas reflejan las variaciones en el campo magnético en la superficie de la Tierra cuando se sustrae el campo magnético interno, que crea el núcleo terrestre. Éste es mucho mayor, hasta 50.000 nanoteslas, que el que aporta la parte superior de la corteza, que no supera habitualmente el 1% del total. En la península Ibérica las anomalías no superan los 500 nanoteslas, mientras que en las islas Canarias, de origen volcánico, llegan hasta los 2.000 nanoteslas.
Los datos españoles del mapa han sido aportados por el IGN. Se aportó el levantamiento magnético aéreo de la España peninsular desde 3.000 metros de altura, terminado en 1987, y el levantamiento aéreo y marino de las islas Canarias hecho de 1992. Todos los datos recibidos han sido procesados y armonizados por la Asociación Internacional de Geomagnetismo y Aeronomía (IAGA), que agrupa a científicos de más de 70 países. El producto es un mapa que refleja las anomalías magnéticas a cinco kilómetros de altura sobre la superficie terrestre en cada punto. Este primer banco de datos único (WDMAM, según sus siglas en inglés), ha sido publicado por la Comisión para el Mapa Geológico del Mundo.
Fue en Canadá donde se empezaron a hacer los estudios geomagnéticos desde aviones, dada la extensión del país, como medio para identificar depósitos mineros. El número de pasadas (a baja altura) que se hacen se corresponde con el detalle que se pretende obtener, tanto para detectar masas de minerales como bolsas de petróleo. El mismo método se utiliza para investigación en geofísica. "Muchas de las empresas e instituciones nacionales han suministrado versiones restringidas para no afectar a la comercialización", ha comentado a la BBC Derek Fairhead, director de Getech, empresa británica involucrada en el proyecto. El instrumento es un magnetómetro de protones situado en el extremo de un aguijón en el avión. También se obtienen datos desde satélites y con barcos.
La mayor anomalía, en el País Vasco
La península Ibérica tiene sus propias curiosidades e incluso sorpresas magnéticas. La mayor anomalía que se detectó cubre casi el territorio del País Vasco y sigue siendo un misterio para los especialistas. Una explicación es que se corresponde con un trozo de la corteza terrestre que se rompió y emigró, situado a nueve kilómetros de profundidad bajo Bilbao.
Isabel Socías, jefa del servicio de geomagnetismo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), recuerda que se pueden observar, entre otras, las anomalías correspondientes al granito en gran parte del territorio gallego, la antigua falla Alentejo-Plasencia y las zonas mineras de Ossa Morena, en Andalucía. Mientras basta con medir una vez las anomalías, porque no cambia la imantación de las rocas de la corteza, el mapa magnético total, que incluye el generado en el interior de la Tierra, que sí cambia, se hace, por mitades, una vez cada cinco años. Estos datos se utilizan, por ejemplo, para la navegación aérea, pero también en el IGN se reciben peticiones sobre datos magnéticos antiguos para resolver problemas de lindes, que antes se delimitaban con brújula.
El IGN acaba de completar el estudio del magnetismo en el golfo de Cádiz. "Es una zona muy importante porque la recorre la falla Azores-Gibraltar, que es la que está menos definida y la que causa la mayor parte de los terremotos", explica Socías.
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